martes, 12 de diciembre de 2006

QUE IMPORTANCIA TIENEN LAS DISFUNCIONES SEXUALES EN LA PAREJA

Con relaciona las disfunciones sexuales en la pareja se debe considerar que hay parejas que pueden tolerar inconvenientes sexuales en forma exitosa, aislándolos del resto de su relación, donde se mantienen la intimidad emocional y otros aspectos positivos.

Pero también hay matrimonios donde los conflictos deben ser tratados con una psicoterapia, porque cuando las disfunciones sexuales se han desarrollado, tienden a perpetuarse, por el miedo al fracaso. En otros casos, en cambio, se hace necesaria la terapia de pareja, ya que la inhibición de los deseos eróticos suele ser causada por otras razones, como el resentimiento mutuo, derivado a su vez de múltiples factores.

Cualquiera sea la situación, es vital comprender que las disfunciones sexuales nunca tienen una sola causa. Normalmente obedecen a múltiples razones, de diversa índole. Algunas disfunciones, como la inhibición del deseo sexual, por ejemplo, aparecen más asociadas con las presiones, exigencias irreales y sentimientos negativos hacia el otro. En cambio, en el caso de la eyaculación prematura, es otro el tipo de conflictos de pareja.

Además, ciertas personas tienden a usar los problemas sexuales en la relación de pareja, como un arma para obtener ventaja en la lucha por el poder, o como un medio para evitar ser controlado, desaprobado o abandonado.

Cualquiera sea el caso, las disfunciones sexuales pueden llegar a producir distintos grados de conflicto en el matrimonio, según el significado e importancia que cada miembro de la pareja atribuya a la sexualidad.

La Ignorancia generalizada

Aunque el concepto de sexualidad normal o anormal está poderosamente influido por la cultura, y cambia a través del tiempo, moderadamente se distinguen en la respuesta sexual humana tres fases: a) fase del deseo, b) fase de la excitación, y c) fase de resolución u orgasmo. Cualquiera interferencia, en cualquiera de las tres fases, determinará una disfunción sexual.
Por lo tanto, para que una persona pueda funcionar sexualmente bien, debe ser capaz de entregarse total y relajadamente a la experiencia erótica, haciendo abstracción del medio que lo rodea.

No es fácil lograrlo ya que, en general, existe una gran ignorancia sobre el tema. Esto crea mitos como los siguientes: "Todos los hombres y mujeres normales desean tener relaciones sexuales incesantemente; todos se pueden excitar y satisfacer con facilidad; la excitación espontánea se debe dar siempre, en forma automática; el juego amoroso siempre debe terminar en la cópula".
Por ignorancia, también, las parejas se sienten culpables y atemorizadas para explorar y experimentar. Es muy común que las mujeres, aunque necesiten más estimulación, no sean capaces de pedirla, y que los hombres, desconociendo reacciones importantes de su compañera, actúen con excesiva rapidez.

Así, se va generando hostilidad, compulsividad o ansiedad. Y la ansiedad, ya sea generada por temor al fracaso, por sentimiento de culpa, o por comprobación de que no se tiene la propia respuesta esperada, lleva a las personas a mantener un tenso control sobre sus reacciones sexuales. Es lo que algunos investigadores llamaron "El rol del espectador". Esto resulta altamente destructivo, porque interfiere en la respuesta sexual.

Por otra parte, la socialización masculina sobrevalora el rendimiento sexual en el hombre, adjudicándole la responsabilidad del funcionamiento eficiente. Esto trae consigo una inseguridad que fácilmente lleva al temor del fracaso. Por otra parte, la socialización femenina reprime los impulsos naturales, enfatizando la idealización super romántica. Como consecuencia, la mujer no se ve a sí misma como un ser sexuado, desconoce su propia sensibilidad y no es capaz de expresarse sexualmente. Aunque este aspecto ha ido cambiando en forma significativa después de la llamada revolución sexual.

Desde un punto de vista post-racionalista la sexualidad humana es funcional a la mantención y conservación del vínculo afectivo. En efecto, sirve para mantener en el tiempo las relaciones afectivas.

Desde esta perspectiva, las disfunciones sexuales deben ser vistas como desbalances de la relación, y por lo tanto deben ser tratadas dentro de ese contexto y no como un conjunto de técnicas específicas.

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